Cuarenta años después de su desaparición, el caso de Diego Fernández Lima tomó la relevancia que no tuvo en su momento en la ciudad de Buenos Aires. La confirmación de que los restos hallados el 20 de mayo en el patio de un chalet del barrio de Coghlan pertenecen al adolescente de 16 años desaparecido en 1984, sumó dos novedades de alto impacto: por un lado, la familia busca impulsar la llamada “Ley Diego”, con el objetivo de evitar que crímenes de este tipo prescriban y queden impunes; por el otro, salieron a la luz las extrañas hipótesis que el principal sospechoso, Cristian Graf, habría dado a los obreros que descubrieron los huesos.
El hallazgo tuvo lugar en una vivienda ubicada sobre una calle tranquila, a pocas cuadras de la estación de tren. Ese mismo chalet, había sido escenario de reuniones familiares, sin que nadie imaginara que bajo tierra yacía, desde hacía décadas, el cuerpo de un adolescente cuya desaparición fue denunciada pero nunca investigada en profundidad.
Teorías insólitas de Graf
El día del hallazgo, los trabajadores removían tierra en una medianera compartida para realizar tareas de refacción. Fue entonces cuando aparecieron los restos óseos. Según relató uno de ellos, al escuchar el revuelo se acercó Graf, de 58 años, hijo de la dueña del chalet y ex compañero de colegio de Diego en la ENET N° 36 de Villa Ortúzar. El hombre, que ha vivido en la misma casa desde mucho antes del crimen, se mostró no solo interesado sino dispuesto a conversar con los obreros, aun cuando la zona ya estaba cercada por precintos policiales.
De acuerdo con testimonios, Graf dio dos posibles explicaciones para la presencia de restos humanos en su jardín. Primero, mencionó que en el lugar habría funcionado un convento, lo cual es cierto solo parcialmente: en el siglo XIX allí hubo una pequeña capilla, pero los estudios del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) confirmaron que el entierro ocurrió un siglo después. La segunda hipótesis fue que los huesos llegaron mezclados con tierra que la familia habría comprado en camión para nivelar el terreno. Sin embargo, el detalle de que junto a los restos aparecieron objetos personales y ropa que coincidían con el perfil de Diego debilitó esa versión.
Según reveló hace unos días el periodista Pampa Mónaco en el programa de televisión Mujeres Argentinas, el ex compañero de colegio borró toda la información, datos y fotos de sus redes sociales. “Se ve venir el señalamiento público como posible responsable de la muerte de Fernández”, afirmó el periodista.
La Fiscalía en lo Criminal y Correccional N° 12, a cargo de Martín López Perrando, prevé citar formalmente a Graf para que aclare si realmente pronunció esas versiones y, en caso afirmativo, explique de qué manera su ex compañero terminó enterrado a apenas 60 centímetros de profundidad en un patio donde él mismo convivió con su familia durante décadas.
Los indicios forenses
La directora del EAAF, Mariella Fumagalli, explicó que el análisis de los restos reveló lesiones compatibles con una muerte violenta. Entre ellas, se identificó un corte en la cuarta costilla derecha que coincide con el uso de un arma blanca y daños en articulaciones que podrían haber sido producidos por un objeto cortopunzante o durante un intento de descuartizamiento. También señaló que algunas marcas podrían responder a la manipulación del cuerpo al momento de enterrarlo, lo que refuerza la hipótesis de que el crimen no fue accidental.
La antropóloga detalló que el estado de conservación de los huesos es coherente con un entierro intencional y rápido, probablemente ejecutado poco después de la muerte. “Durante 41 años, esos restos estuvieron ahí, en silencio total. El crimen puede prescribir, pero la familia, de todos modos, reclama saber qué ocurrió esos últimos de Diego con vida”, afirmó.
La identificación de los restos se logró gracias a una muestra de ADN tomada a Irma “Pochi” Lima, madre de Diego, de 87 años. La mujer, que conserva intactos los recuerdos de su hijo, nunca dejó de esperar noticias. Javier Fernández Lima, el menor de la familia, relató que su madre aún conserva el teléfono de línea por si Diego llamaba y pasa gran parte del día mirando por la ventana hacia la calle. “Hasta hace pocos días, todavía pensaba que iba a volver”, dijo.
El padre, Juan Benigno “Tito” Fernández, murió en un accidente de tránsito buscando pistas. Creía que su hijo había sido secuestrado por una secta. En 1986, incluso llegó a mencionar públicamente a la Iglesia de la Unificación, conocida como “secta Moon”, como posible responsable, aunque la hipótesis nunca se investigó formalmente.
La “Ley Diego”
La causa judicial, caratulada como homicidio, prescribió hace casi veinte años. Esto significa que, incluso si se identificara de manera concluyente al autor del crimen, no podría aplicarse una sanción penal. Ante ese escenario, su hermano anunció que impulsará una ley que evite la prescripción en casos de desaparición, inspirada en la “Ley Piazza” que protege a víctimas de abuso sexual infantil. “Quiero que esta ley sirva a otros familiares de desaparecidos. Que vaya con todo el peso de la justicia y que quienes hicieron esto paguen por el daño causado”, expresó.
Un caso sin investigar
En 1984, la policía se negó a tomar la denuncia por la desaparición de Diego, bajo el argumento de que se había fugado con una mujer. No hubo búsqueda oficial, ni despliegue de recursos, ni recolección de testimonios en las horas críticas. Hoy, el fiscal citó a ex compañeros de escuela para reconstruir los últimos días del adolescente. Sin embargo, los investigadores reconocen que el tiempo perdido es irrecuperable y que las huellas materiales del caso se han desvanecido. (Fuente: Infobae)
La casa de Cerati: el músico alquiló la vivienda vecina donde se hallaron los restos de Diego
En la avenida Congreso al 3.700, del barrio porteño de Coghlan, vivió el músico Gustavo Cerati, quien alquiló una vivienda en ese lote. La propiedad, con una construcción reciente, fue anteriormente alquilada por la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi, quien también residió allí. Marina contó a los medios que la compró hace tres décadas junto a su ex marido, heredada del hijo de Olga Schuddekopf. La casa posee dos viviendas, jardín, piscina y espacios artísticos. Antes, funcionó un geriátrico, y aún antes, la iglesia “Santa María” y un establo.
¿Quién es Cristian Graf? Un vínculo entre los jóvenes que estuvo oculto por décadas
Norberto Cristian “El Jirafa” Graf, hoy de 58 años, es el principal sospechoso del asesinato de Diego Fernández Lima, apodado “El Gaita”, futbolista de Excursionistas. No eran amigos, pero compartían la pasión por las motos. Se conocieron en la escuela técnica y, aunque Diego repitió segundo año, mantuvieron el contacto. El 26 de julio de 1984, el joven viajó desde Villa Urquiza hasta la casa de los Graf en Coghlan, donde luego sería hallado enterrado. Lo extraño, según fuentes, es que nunca habló con su familia -con la que era muy unido- sobre esa relación. Los ex compañeros de Diego que fueron llamados a testificar lo describieron como “muy callado” y que ahora sería considerado como “un nerd”. Graf vive hoy en la planta alta del chalet de avenida Congreso 3.742, junto con su esposa e hijos; su madre reside en la planta baja.
“Un poco de paz” a la familia: los recuerdos del hermano menor
Javier Fernández Lima tenía apenas 10 años cuando su hermano Diego desapareció. “Él era mi ídolo. Jugábamos al fútbol. Siempre me pateaba penales en la habitación y yo atajaba”, recordó en una entrevista. Compartían una cama cucheta. Diego arriba y él abajo. Contó que actualmente, mientras acompaña a su madre Irma, duerme en la misma cama que fue de su hermano, ya convertida en una sola, tras cortar la estructura original. La familia era de clase trabajadora: su madre, ama de casa; su padre, comerciante, tenía un taller de repuestos de autos antiguos. Marcela es la mayor, luego seguía Diego y finalmente, Javier. “No nos faltaba nada, pero tampoco había lujos”, relató Javier y agregó que la identificación de los restos de su hermano le dio “un poco de paz” a la familia.
La despedida del Club Excursionistas: adiós al “Gallego” Fernández
El Club Atlético Excursionistas expresó su profundo pesar tras confirmarse que los restos hallados junto a la casa donde vivió Cerati pertenecen al joven ex futbolista de la institución desaparecido en la década de los 80. “Enviamos nuestras condolencias y deseamos que su alma descanse en paz”, publicó el club en su cuenta de X. También compartió un recuerdo de Daniel Viviani, histórico dirigente y socio vitalicio, quien evocó al “Gallego” como “uno de los chicos más queridos del plantel”. Rememoró los partidos en los que el equipo gritaba: “Se siente, se siente, el gaita está presente” y confesó que alguna lágrima se le escapó al recordar al joven que había llevado a Montevideo años atrás.